HISTORIA DEL TE
La primera referencia escrita apareció (350 d.C.) en un texto parecido a un diccionario que describía el té como una bebida hecha de hojas hervidas. En ese momento también lo mezclaban con jengibre y naranja, y era indicado para males digestivos y nerviosos.
Durante la Dinastía Tang (618-907 d.n.e.) llamada la “Edad de Oro”, hubo un auge intelectual en China, sobre todo en poesía, pintura, música, danza y cerámica, lo cual revitalizó la expansión económica de la época. En Changan, capital del reino, había templos y palacios que podían competir en belleza y delicadeza con las grandes villas romanas, con jardines que cubrían acres de terrenos y eran la representación más exquisita del arte chino. Otros aspectos más prácticos, pero no menos importantes, fue la siembra de la caña de azúcar, los primeros cultivos de uva para hacer vino y el arraigo popular de tomar té, que se inició como una práctica aristocrática, para luego ser asumida por todas las clases sociales.
Dice una antigua leyenda que:
China era gobernada por el emperador Wan Tu, quien fue destronado por su Primer Ministro y desterrado a una remota región al sur del país. Un día se sentó bajo la sombra de un arbusto planeando su venganza. Hizo el fuego para calentarse y se sorprendió cuando unas hojas que cayeron en la cacerola de agua hirviendo, daba una fragancia al agua, y un brebaje sabroso y relajante. Esta “agua” clarificó su mente y durante siete años la bebió en el mismo lugar, y con el tiempo se arrepintió de las pensadas represalias. Wan Tu nombró a esta agua TAI, que significa paz en chino, como reconocimiento al efecto que sobre él había logrado.
El poeta Lu Yu escribió, en el año 780 d.n.e., el Tai Ching (té clásico) por eso es considerado el padre del té. Este libro describe en sus diez capítulos, las zonas productivas, los métodos e instrumentos para el cultivo, forma de recolección y procesamiento, así como su preparación y ceremonia, la cual utilizaba una veintena de piezas o instrumentos. Debido a la complejidad de la ceremonia solo los ricos con sirvientes podían hacerlo; estos conocedores eran funcionarios oficiales, miembros de la corte e intelectuales al servicio del reino.
El quinto capítulo del Tai Ching describe la forma de elaborar el té, dando importancia a la ebullición del agua, que consta de tres grados: el primero, cuando las burbujas que flotan en la superficie parecen ojos de pescado; el segundo, cuando las burbujas son como perlas de cristal rodando por una fuente; el tercero, cuando las olas se agitan tumultuosas. Al primer hervor se hecha una pizca de sal, al segundo el té, al tercero una cucharada de agua fría para fijarlo y dar juventud al agua.
Con las hojas de té machacadas y puestas al vapor se forma una especie de ladrillo que se deja endurecer y es vendido. Aún hoy se comercializa así por ser más fácil su transportación. La infusión se realizaba con pedazos de este bloque.
Ya desde esta época se abrieron salones para beber té, que pronto se convirtieron en lugares de reunión para intercambios sociales y comerciales. En estas tertulias se validaba la calidad de las hojas, el mejor tipo de agua y la forma de hacer el té. Se presentaban a los artesanos con las cerámicas, especialmente hondas, para poder batir el líquido. El color de la taza, que predominaba, era oscuro: azul o marrón, para realzar el verde pálido de la infusión. La creatividad del artesano se manifestó en porcelana y cerámica realizadas, en especial, para el ceremonial del té.
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