HISTORIA DE LA SOYA
Cuenta la tradición asiática que la soya —que proviene del vocablo chino Sou, como se denominaba cientos de años atrás— fue descubierta hace más de tres milenios por el emperador chino Sheng-Nung, quien no sólo disponía de grandes campos de cultivo sembrados con la leguminosa, sino también se dedicaba activamente a describir sus propiedades alimenticias y medicinales.
La soya, para los emperadores chinos, era una de las cinco semillas sagradas junto con el arroz, el trigo, el mijo y la cebada; reconocían en la soya no sólo sus propiedades nutritivas sino también sus propiedades para prevenir enfermedades. El cultivo del frijol de soya se centraba fundamentalmente en el noroeste de China, según la tradición fueron los budistas los que introdujeron la soya a Japón en el siglo VII de nuestra Era, donde pronto se hizo muy popular.
El comercio marítimo la popularizó en Oriente, llevándola — los mercaderes — en sus viajes como un precioso cargamento. La primera referencia europea que se tiene de la soya se remonta al siglo XVII. Fueron misioneros quienes introdujeron los primeros cultivos, sin gran éxito. También marinos holandeses y portugueses que la llevaron como novedad.
A principios del siglo XIX la soya empezó a cultivarse en Estados Unidos, en Europa la soya se empleó en la alimentación humana hasta bien entrado el siglo XX. La primera cosecha comercial de soya se produjo en 1929 para suministrar semillas y hacer salsa de soya. Desde esos inicios tempranos e insignificantes, la importancia de la soya ha sido bastante espectacular.
En esa misma época, los científicos lograron aislar la proteína de soya. A principios del siglo XX, en Francia, se dio inicio a la producción con fines comerciales de la proteína aislada de soya a la cual se conocía como “caseína vegetal”.
Sin embargo en muchos países, especialmente los occidentales, con tradición culinaria basada en las proteínas animales, todavía está en vías de imponerse en la cocina cotidiana el uso de la soya y el consumo de poroto y sus derivados.
A comienzos de la década de 1920, se demostró que la proteína aislada de soya podía utilizarse para la elaboración de quesos de la misma manera que se utilizaba la leche de origen animal. Por otra parte, la harina de soya se empezó a utilizar ampliamente en Europa y los Estados Unidos como una fuente económica de proteínas; de modo tal que durante las dos guerras mundiales se emplearon grandes cantidades de harina de soya para poder compensar la escasez de carne.
El cultivo de la soya a gran escala y el desarrollo de la industria procesadora de este alimento se inició en los años 20’s; a partir de entonces ambos aspectos han continuado creciendo en todo el mundo.
Pero en algunos países sudamericanos como la Argentina, de tradición en la producción de cereales, recién se inició su cultivo en escala comercial alrededor de 1960.
En la actualidad la soya es una fuente esencial y dominante de proteínas y aceites, con una multitud de usos tanto en alimentos para humanos así como para animales, también existen numerosas aplicaciones industriales para los diferentes componentes de esta importante y versátil semilla.
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