El Origen de La Soya

EL ORIGEN DE LA SOYA

La soya, también denominada “Soja”, procede del sureste asiático, concretamente de China y Corea. Fue introducida a Japón por los misioneros budistas y chinos transformándose así en el alimento básico de los japoneses y, además, fue ahí donde más se iniciaron y desarrollaron y las propiedades culinarias de la soya. La introducción de la soya en Occidente estuvo unida al movimiento hippie, principalmente por atención hacia la dieta macrobiótica japonesa. Actualmente, los productos alimenticios derivados de la soya son muy aceptados por tradicionales movimientos vegetarianos y naturistas europeos.

La soya proviene de la familia de las leguminosas, como la judía y el guisante (habas y chícharos) y tantas otras especies vegetales. Se forman dentro de las vainas o legumbres, que es el fruto típico de esta familia de plantas, cuyo cultivo es anual durante la estación cálida. La semilla de soya se recolecta cuando la vaina “amarillea”, la vaina puede contener entre una y cuatro habas de pequeño tamaño y diferentes colores que, según las variedades, pueden ser amarillas, marrones, verdes, negras o moteadas. La más frecuente es amarilla y también la más apreciada, ya que es la que normalmente se utiliza para obtener de ella el aceite de soya.

Actualmente, la soya se cultiva en gran cantidad en toda Asia, Estados Unidos y oeste de África. Estados Unidos produce la mitad de toda la producción mundial, pero a pesar de ello, el consumo de soya es muy bajo en los países de Occidente. En las últimas décadas, los investigadores están descubriendo cada vez más propiedades curativas en este alimento. Esto ha hecho que ahora empiece a ser más apreciada por la población occidental, aunque con tres mil años de retraso, respecto a la población oriental.

Su adaptación a climas diversos y las pocas enfermedades que le atacan son dos de sus características que la convierten en una forma de cultivo muy rentable, aunque su mayor enemigo es la sequía. El factor principal de su desarrollo en los países orientales, fue la escasez de proteínas de alta calidad para la alimentación. Para sus pobladores, la soya siempre ha sido un vegetal sagrado, literalmente un regalo de los dioses que, al igual que los mexicanos con el maíz, aprendieron a prepararlo de muchas y distintas formas.